sábado, 19 de septiembre de 2009

Para toda ocasión, un arquitecto

El ser arquitecto tiene muchas y variadas ventajas. Una de ellas es la que posibilita al arquitecto resolver necesidades. Por esta razón, la profesión de arquitecto es sumamente demandada. Si tiene la necesidad de comer, llame a un arquitecto; la de dormir, llame a un arquitecto. Sus necesidades serán resueltas de manera pronta y expedita, y de una manera bella y armoniosa. Así que no lo dude, para cualquier ocasión, para cualquier necesidad, llame usted a un arquitecto.

Nota. Si después de consultar a un arquitecto sigue teniendo necesidades, es su culpa; si no entiende su solución, también es su culpa; el arquitecto siempre sabe lo que usted necesita y trabaja de manera sensible, profesional y participativa.




Frederick Werther

sábado, 29 de agosto de 2009

Y usted, ¿Quiere ser arquitecto? (5)....

Las criticas hacia los arquitectos, que históricamente y por naturaleza somos artistas, cuando vienen de otros arquitectos, o son injustas o estas cargadas de envidia. Recientemente, en un curso para profesores de arquitectura, al que asiste El Gran Gus (arquitecto de profesión, social, participativo, dialéctico y complejo por vocación); aprovecha la tribuna para, en cualquier oportunidad, regañarnos a los asistentes: primero, por ser arquitectos; segundo, por hacer lo que hacemos. Resulta que si los arquitectos hacemos lo que hacemos no es porque queramos, sino porque nos lo demandan, nos lo piden y hasta nos lo exigen. No es que queramos ser artistas, la sociedad nos pide que seamos artistas, sensibles, creativos, geniales, innovadores y hasta ‘propositivos’. Ejemplos hay muchos. Uno es la Biblioteca Vasconcelos, donde la titular del consejo avocado a la cultura y las artes se manifestaba de la siguiente manera por ese edificio que, en esos momentos, aun no llegaba siquiera a anteproyecto: “será un edificio del siglo XXI, tendremos una obra de arte”. Por lo que, al cliente lo que pida.

A. di Valdeterra

martes, 25 de agosto de 2009

El afán de los arquitectos por ser artistas es encomiable, y lo es más el que los profesores de esta digna y bien habida profesión se dediquen en cuerpo y alma a enseñarlo de esta manera. No hay cosa más difícil y complicada que esto. Las clases deben ser preparadas con suficiente antelación para ese momento sublime en que se ha de enseñar eso de hacer de la arquitectura todo un arte. Llegado el día, los profesores se enfrentan a los alumnos ávidos por escuchar, y con aire de artistas explican: "Todo está en el concepto". Y dan por terminada la cátedra.
Después de esto no es extraño ver a los alumnos recién ilustrados caminar por los pasillos de la facultad, clara y profundamente confundidos, con la mirada perdida y su halo de artistas, así, igual que sus profesores, todos conceptuales.



Frederick Werther

domingo, 9 de agosto de 2009

Y usted, ¿Quiere ser arquitecto? (4)....

El ámbito de la critica arquitectónica siempre es feroz y mas si es entre arquitectos. Por ejemplo, el termino de ‘genio’ aplicado en el contexto de lo arquitectónico resulta ser no muy bien apreciado. Contrario a lo que se podría pensar, los ‘genios’, en el campo de la arquitectura, sí existen. El termino ‘genio’ fue usado con singular alegría en el siglo XVIII para nombrar a quienes eran considerados artistas. Es decir, los que saben hacer algo, en oposición de los que conocen o saben mucho. Entre los ‘genios’ se encontraban los arquitectos que formaban parte del club de las bellas artes. Se les reconocía por ser individuos que no imitaban sino que eran capaces de producir ‘su obra’ de manera original. Aparentar ser un ‘genio’ en arquitectura no es tan difícil como pudiera pensarse. Basta decir cosas como las que dice el arquitecto de la dirección vanguardista: “Para mí, el arquitecto que no sabe resolver la función de un proyecto, de entrada, se debió de haber equivocado de profesión. Si no sabemos como arquitectos resolver esa parte estamos en el hoyo. Ahora, hay que considerar todos los factores que hacen que realmente tengas un espacio dinámico, y con alma, como le llamo yo. Un espacio bien. Más que arquitectura buena y mala, es como arquitectura que tiene alma y la que no tiene alma. La arquitectura que llegas y no te dice nada, y la arquitectura que llegas y está llena de magia y misterio. Y que no puedes entender tampoco porque; nomás está. Es una esencia que se creo bien desde el principio, se formó bien. Puedes creer que tus proyectos van a tener mucha alma, yo creo que eso te lo dice el tiempo, cuando pasa el tiempo, cuando pasan muchas cosas, te das cuenta que hay arquitectura que se le quedó una buena presencia, una buena energía”. Genial, no¡?


A. di Valdeterra

miércoles, 5 de agosto de 2009

Y usted, ¿Quiere ser arquitecto? (3)....

Si a los arquitectos no les gusta lo que hacen otros arquitectos es señal de que algo pasa con el gusto. Esto puede deberse, en parte, a que las escuelas de arquitectura han dejado de ser lo que eran en el siglo XVIII: 'des écoles de beaux arts'. La consideración de la belleza, de entonces a la fecha, ha ido perdiendo interés al grado de no ser contemplada en los programas de estudios de las escuelas de arquitectura. Por lo que para contrarrestar los efectos ocasionados por los malos gustos de los arquitectos, puede ser recomendable, además de asistir a la facultad de arquitectura, acudir a una ‘academia de belleza’. Ahí se puede completar la formación de los arquitectos que aspiran hacer obras bellas, gracias, a la diversidad de clases que se imparten y que presumiblemente tienen que ver con eso, por ejemplo: cabello corto, técnica de uñas, decorado de pincel, colorimetría, permanente de pestañas, perfilado y planchado de cejas, maquillaje social, diseño de rostro, entre muchas otras.

A. di Valdeterra

viernes, 24 de julio de 2009

Y usted, ¿Quiere ser arquitecto? (2)....

Mis recientes investigaciones me han llevado a considerar lo siguiente. Para entender la arquitectura y por ende a los arquis-artistas, es decir, los sensibles, imaginativos e innovadores; en conjunto, los que salen en las revistas, hay que ponerse sensible y entrarle al campo del arte. Es ahí donde se libran algunas de las más interesantes batallas, por ejemplo: la distinción entre los edificios que son arquitectura (los menos) y los que son construcción (los más). Por lo que si se quiere hacer obras arquitectónicas, como lo aconseja Paul Valery, hay que hacerlas cantar. Para ello se recomienda colocar un par de bocinas a la fachada y dejar que suene alguna tonada. Si se requiere que la arquitectura sea clásica, la novena sinfonía; vernácula, el pasito duranguense; tropical, la sonora matancera; mexicana, el cielito lindo.

A. di Valdeterra

Y usted, ¿Quiere ser arquitecto? (1)....

Se sabe que en la Edad Media se inicia una interesante pugna que derivara en la consideración de la arquitectura como arte. Resulta ser que en aquella época los oficios se dividían en artes vulgares y artes liberales. En estas últimas se encontraba la arquitectura. Compartía junto con las otras artes la imaginación, la individualidad y como no, la consecución de la belleza. Esto da lugar a que en el siglo XVIII la arquitectura busque ser más liberal y forme parte del grupo selecto de las Bellas Artes. Por lo que si se escucha hablar a un arquitecto de lo bellas que son las obras arquitectónicas es liberal. Si nos empieza a hablar de la emoción que siente en el piloro al estar frente a la Casa de Barragán u obras similares; si además le dan ganas de llorar es, más bien, un arqui libertino.



A. di Valdeterra

lunes, 16 de marzo de 2009

Sobre el papirolismo arquitectónico o el arqui no tiene la culpa sino quien lo hace compadre

Hace algunos días se realizó en la Facultad de Arquitectura, a donde me adscribo como profesor, el 4to. Congreso Internacional de Arquitectura Bioclimática y Diseño Sustentable. Lo que me cuentan que sucedió ahí me puso a pensar en como debieron de haber estado los congresos anteriores y lo que nos espera para los siguientes.

Particularmente me han dicho la enorme expectativa y revuelo que causo un arquitecto, quien en sus años de juventud parece perteneció a un conjunto musical, su nombre Mike ‘el batacas’ Rybkusky y que según los que saben ‘su arquitectura’ se caracteriza por hacer edificios con forma de papirolas. Durante su presentación una de las cosas que dijo y con la que se ganó al publico estudiantil, como cuando el rockstar entona la canción mas esperada durante el concierto, fue: ‘Yo no hago arquitectura sustentable’. Ante tan contundente afirmación tuvo que acotar, para no ser mal interpretado, que esas cosas del contexto y de las orientaciones eran inherentes a cualquier ejercicio de proyectos, por lo que en cierta medida todo arquitecto es bioclimático y sustentable. Después de la sinceridad mostrada en esos primeros cinco minutos de su presentación se tomó la hora y cincuenta y cinco restantes para mostrar dentro del basto material que llevaba, lo que si hace.

Según las informaciones recibidas, los que asistieron a la presentación, me dicen que estuvo ¡WOW¡. Expuso de manera contundente como enfrenta con necedad los proyectos que realiza, como nunca hace lo mismo, como diversifica su modo de diseñar, además, de que aconseja que si quieren parecerse a él nunca usen trajes. El público asistente, al parecer, quedó conmovido ante el despliegue en el escenario de este arquitecto.

He estado imaginado lo que debieron de haber pensado los organizadores del Congreso de Arquitectura Bioclimática y Diseño Sustentable para esforzarse en invitar a un arquitecto que lo que hace no tiene que ver con lo bioclimático y lo sustentable. Muy probablemente esto fue lo que platicaron:

-Oye. Nos hace falta alguien para que se acomplete el programa de conferencias.

-¿A quien tenemos? Huy, hay que llamar a alguien que tenga raiting, sino nadie vendrá. ¿Qué te parece si invitamos a Mike ‘el batacas’ Rybkusky?

-¿El arquitecto papirolas? ¿Pero el que sabe de Arquitectura Bioclimatica y Sustentable?

-Pues yo creo que nada. Igual que nosotros¡

-Ahí está¡. Invitémoslo.

Por su parte en el despacho del invitado, ante la posibilidad de acumular más clubs de fans, debió de haberse generado el siguiente dialogo:

-Oye Mike, te están invitando a dar una conferencia en un Congreso de Arquitectura Bioclimática y Diseño Sustentable. Yo creo que les vamos a tener que decir que ese no es nuestro campo profesional.

-No te preocupes. No importa que de eso no sepamos nada, a lo mejor por eso nos invitan. Nos llevamos la computadora para mostrarles imágenes y con que diga lo que siempre digo cuando nos llaman a dar conferencias. Listo¡.




A. di Valdeterra

domingo, 1 de marzo de 2009

De la sustancia esencial del proyecto o arquitecto, aunque turbio, habla claro

Las practicas de la enseñanza que ejercen los arquitectos en el denominado TALLER DE PROYECTOS (lugar donde por excelencia se encuentran los que son prácticos) resultan ser dignas de alguna investigación psicosocioantropológica o cuando menos de alguna oscultación espiritista.

La observación anterior se debe a que recientemente platiqué con una alumna que está cursando clase de proyectos en un taller cuya prosapia es incuestionable. Me contaba que el ejercicio que tienen que desarrollar es el proyecto de un hotel y para empezar, el profesor de proyectos, les dejó como tarea investigar que es el CONCEPTO. Durante la sesión, donde los alumnos tenían que exponer y explicar que era eso, el arquitecto en cuestión y viendo que todos estaban algo perdidos se dispuso a dar su opinión. Me cuentan que el profesor, que al parecer pertenece a ese sector frutal del tipo plantas rastreras de la familia de las rosáceas y del género fragaria, comentó que el CONCEPTO: 'es la sustancia esencial que el artista-arquitecto da, por medio de la cual le otorga valor a la obra'. En ese sentido el concepto es algo así como la esencia del ser del objeto, lo que contiene la totalidad del objeto y que se comunica de manera sintética, gracias al ARTISTO. Como lo anterior resulta ser muy abstracto y por lo tanto poco creíble, ya de por si, el arquitecto-profesor de proyectos se dispuso a poner varios ejemplos rotundos: Como la Basílica de San Pedro en Roma, que sus puertas simbolizan la entrada al cielo. Ahí esta el concepto¡. Como el ayate de la Virgen de Guadalupe, que su imagen es símbolo del fervor religioso. Claro, ahí esta el concepto¡. Como el edificio del Centro Nacional de las Artes, que su forma parece la de un elote. No faltaba más, ahí también esta el concepto¡.

Esta pléyade de ejemplos se remataba con la pintura de Leonardo Da Vinci, la Mona Lisa, la cual le sirvió para elaborar una pregunta a sus atentos y emocionados escuchas: ¿Por qué todos los que asisten al Museo de Louvre van a ver especialmente esa pintura? Lo hacen – dijo – porque en esa pintura se encuentra presente, se comunica, la sustancia esencial. En otras palabras el concepto se expresa contundentemente. Por eso la pintura seguirá siendo visitada ad infinitum.

Lo que sorprende no es el nulo reconocimiento de los procesos de significación social que hace que un determinado objeto represente un conjunto de valores a lo largo del tiempo o que nuestro itinerario museístico este influido por las campañas mediáticas entorno a lo que debe de verse, sino que este arquitecto-profesor este dando clase de proyectos y no haya descubierto su potencial, como colocador, en tiempo de lluvias, de esa sustancia esencial para las obras que es el impermeabilizante.



A. di Valdeterra


martes, 3 de febrero de 2009

Sobre el grupo perfecto o hacer fama en la clase de teoría y echarse a dormir

Si le preguntáramos a algún maestro como seria el grupo perfecto, muy probablemente, lo primero que nos contestaría es que ese grupo no existe pero, en el remoto caso que existiera, seria aquel en el que los alumnos llegan temprano a clase, sacan su cuaderno de notas y esperan con entusiasmo, casi desesperación, a que el profesor llegue; que durante la sesión no solo se mantienen atentos sino que algunos alumnos, por ejemplo, mas de diez, participan; que su animo los lleva no solo a preguntar o hacer sus reportes sino hasta comprender las vicisitudes de un tema como el de las influencias del minimalismo en la arquitectura del septentrión; que la dimensión del grupo no es ni muy grande, ni muy pequeña sino tamaño regular para así dedicarles mas tiempo; además, que del total de alumnos, el 96.9999 % ya demuestran cualidades extraordinarias para la materia en cuestión, lo que hace que al final del semestre el profesor incremente su fama para cursos posteriores.

Ahora bien, hoy fue el primer día de clases en la FACULTAD DE ARQUITECTURA, lugar donde imparto la materia, esotérica, de TEORIA DE LA ARQUITECTURA y puedo dar fe que el grupo perfecto no es el descrito anteriormente, sino aquel en el que se presentan al salón de clases cero alumnos. Las razones son varias: Se disponen de dos extensas horas para organizar los pendientes de la semana y a los cuales no se les hizo caso el domingo; se puede continuar leyendo el libro que hace dos meses se carga en el morral, con un separador en la misma hoja; la concentración que se puede alcanzar puede llegar a niveles que resultan insospechados por estar en un salón que es mas silencioso que la biblioteca; es también, una buena manera de promoverse en el TALLER donde se da clases y un instrumento de filtro, ya que si es un alumno quien pasa por el salón, puede pensar: ‘de seguro ese profesor es tan malo que no tiene alumnos, no me inscribiré con él’ o ‘ese profesor ha de ser tan exigente que no tiene alumnos, no me inscribiré con él’, si quien pasa por el salón es otro profesor entonces le puede extrañar ver a un individuo que esta muy entretenido leyendo algo y por respeto pasara de largo y no interrumpirá la lectura; también puede ser un buen ejercicio para agudizar el sentido del oído y escuchar lo que dice la PROFESORA BOLITAS sobre la ARQUITECTURA al encontrarse en el salón de al lado y ser audible su potente y melodiosa voz, lo que, por otra parte, puede resultar muy útil para entender la psicología de los alumnos que se inscriban en el semestre que viene.

Como se puede observar los beneficios de estar con el grupo perfecto son demasiados, además de tener el privilegio de tomar clase con uno mismo. Desafortunadamente el paraíso descrito anteriormente solo duro un par de horas ya que las autoridades escolares no comprenden los beneficios que tiene el no tener alumnos durante un semestre. Por lo que me reasignaran a un grupo, en un taller que desconozco, a una hora que seguramente no me conviene y con unos seres monstruosos igual de temibles que los de semestres anteriores.




A. di Valdeterra

domingo, 25 de enero de 2009

Entre lo que se cree y lo que se sabe, la duda.

Quizá lo más difícil de acercarse al conocimiento es el hecho de asumir que no se sabe. Muchas veces partimos del hecho de que todo lo sabemos y que sólo hace falta que otro, de preferencia el profesor o maestro (que ya cuenta con maestría) que se supone sabe y enseña, dándonos un golpecito en el hombro, confirme lo que sabemos.
No es nada raro en el ámbito docente y esto pasa tanto con profesores como con alumnos.
Muchos y muy variados son los casos de esta índole.

Hace poco un profesor, ya con maestría, que imparte la clase de Diseño Arquitectónico, ferviente seguidor y discípulo aplicado de un Doctor en Arquitectura de respetable trayectoria mediática (doctor en arquitectura cuya excesiva sensibilidad provoca que en cada plática arquitectónica y artística derrame copiosas lágrimas), me proponía lo siguiente: “es lamentable que en estos días no haya quien piense en una teoría arquitectónica.”
Totalmente de acuerdo con lo que me decía, le respondí citándole no uno, sino al menos cuatro teóricos de la arquitectura (por darle la razón), no muy jóvenes pero aún muy respetables en el ámbito: Vitruvio, Le Camus de Mézières, Boullé y Le Corbusier.
“Bueno ­–corrigió– pero no hay teoría del proyecto”.
Y vaya que, de nuevo, tenía razón: así como no existe una teoría de la arquitectura, tampoco existe una teoría del proyecto: al menos habrá como 2.5 millones de ellas.
Claro que como él quiere que todas sean una, sigue trabajando en ello.

Otro ejercicio interesante que demuestra lo mucho que decimos saber, es el que plantea la ocurrencia de saber el significado de la arquitectura. Las respuestas a lo que parece una pregunta obvia arroja aseveraciones tan diversas como contundentes. Muchas son dignas de admirarse, pero en esta semana, cuando los alumnos realizaban el ejercicio de preguntarles a sus profesores arquitectos qué es la arquitectura, hubo una que realmente me llamó la atención:
“la arquitectura no tiene nada que ver con el arte, ya que el origen de la palabra arquitectura proviene del griego arges que significa manejo y tecton que significa espacio, por lo tanto la arquitectura es el manejo de los espacios.”
Si alguien reparó en que no es arte, mi permiso tiene para vapulear la definición que, tengo que admitirlo, hasta allí me parece sensata.
Pero como el arte es algo naturalmente adjudicado a la arquitectura, los alumnos lo tomaron como una desatención del profesor, un pequeño descuido en la definición que aventuraba, pero hicieron hincapié en eso del manejo del espacio. No había, para ellos, más verdad que esa.
Sin embargo, antes de cuestionar sí la arquitectura es eso o eso hace, me inquieta más la forma en que se dice saber la raíz etimológica de arquitectura. Porque esta aseveración se hace para justificar lo que se cree que hace la arquitectura.
A la pregunta de cómo se puede corroborar la etimología, los alumnos contestaron que no habría por qué dudarlo, pues venía de un profesor muy respetable (fregón dijeron ellos), y no habría que darle vueltas al asunto.
Yo, que soy un agnóstico de los profesores, incluyéndome, sí tengo que dudar.
Joan Corominas tiene un diccionario etimológico bastante respetable en el ámbito de los lingüistas, y tuve que apoyarme en él para encontrar la raíz etimológica de la palabra arquitectura.
Según este diccionario, la palabra proviene de la raíz griega arkhitekton o del latín architectus. Arch significa jefe, el primero en el rango, y tekton constructor. La traducción podría ser entonces el primero de los constructores, el jefe de los constructores o de los obreros. Pero nada tiene que ver con espacio, que tiene su raíz en la etimología latina spatio.

Lo que me parece cuestionable es la manera en que se justifica una creencia en un supuesto que puede ser completamente falso. Pero si se cree ciegamente en este precepto porque quien lo dijo era un maestro fregón, y no se duda, lo más seguro es que ya no se busque el conocimiento, porque se piensa que ya se tiene. Esto me ha enseñado a dudar para conocer.
Invitación que queda abierta para saber ahora si es cierto que la arquitectura es el manejo de los espacios.

Quisiera cerrar esta disertación compartiendo con ustedes la definición de arquitectura que hizo una profesora ingeniearquitecta, que nos abre las posibilidades de esta profesión y que seguramente ninguno de ustedes había contemplado:
“la arquitectura es el arte de hacer cosas en el espacio, de aprovecharlo para que el hombre se sienta satisfecho, cómodo y agradable, para que además, cuando muera, muera con gusto.”

¡En su larga agonía, cómo no lo supo Nietzsche!
Frederick Werther

sábado, 24 de enero de 2009

Sobre el regreso de los que son prácticos o arquitectura que no se ve teoría que no se siente

I

Regresar al ámbito académico después de un lapso más que merecido de vacaciones siempre será un placer. Lo es porque al interior de la FACULTAD DE ARQUITECTURA se generan los más gratos desencuentros.

Coincidir con algún colega por los pasillos siempre será una provocación para avivar temas ancestrales y dignos de las más grandiosas épicas teóricas. Uno de esos temas plantea la distinción entre dos grandes antagonistas, por un lado la practica y por el otro la teoría. Como no hay posibilidad de abstenerse, la polarización lleva a tomar partido por alguno u otro bando. Los profesores, sin causa aparente, que están a favor de lo políticamente correcto se hayan del lado de la práctica. Desde este bastión, la batalla esta prácticamente ganada, ya que la descalificación opera como la mejor estrategia ante cualquier intento de reflexión sobre la propia práctica, por considerar que ello es una perdida de tiempo, que por lo general, no lleva a ninguna parte. El argumento es contundente: “Yo no se de esas cosas, yo soy practico”. Frente ante tal elocuencia se establece el fin de la discusión.

En el campo de batalla de la FACULTAD DE ARQUITECTURA, este enfrentamiento esta representado por dos bandos, por dos materias. Por un lado se hayan los autodenominados artistos, creadores del espacio, hacedores de cosas bonitas, los innovadores de la habitabilidad, es decir, los que son prácticos y que dan la clase de PROYECTOS. En contraposición están los no comprendidos, aquellos que se la pasan leyendo (el mismo libro cada semestre), los que si saben lo que hay que hacer solo que nadie les hace caso, es decir, los que dan clase de TEORIA.


II

Hace algunos días me encontré a Procopio Rubio, uno de los colegas que esta del bando de los que son prácticos y que da una clase igual de práctica: REPRESENTACION GRAFICA. Me comentaba algo de lo que estaba muy convencido. Decía que la práctica no solo justificaba a la teoría sino que permitía corregirla y desenmascararla. Establecía de manera contundente que no existía una relación entre la teoría y la práctica. Al grado de sentenciar a manera de comprobación que: “las practicas solo tienen incidencia en las practicas”.

Al mismo nivel, está esa otra expresión generalizada y representativa de este pragmatismo radical que encontramos en la sentencia que ronda en la enseñanza del TALLER DE PROYECTOS y que dice: “A diseñar, diseñando”.

Como la platica ya tenia índices de confianza le sugerí a mi apasionado interlocutor y colega que debería de hacer algunas consideraciones sobre su pragmatismo. UNO: Pretender establecer autonomía entre la práctica y la teoría resulta algo demasiado aventurado. DOS: Igual lo es, establecer que la práctica solo incide en la práctica. Lo anterior seria tanto como señalar que la/as practica/as se legitiman a si mismas; desconociendo que la práctica se constituye como un medio para conseguir un fin y esto no se establece en el propio proceso de la práctica, sino en la inserción que tiene dentro del contexto social donde se inserta. TRES: Aquello que dirige la práctica, el sentido, la intencionalidad, la significación es donde podríamos ubicar en parte a la teoría.

Mi interlocutor, a esas alturas de la conversación, empezaba a ponerse tenso, le dije que el era mas teórico que yo por pensar lo que pensaba. Esto fue tomado como insulto porque noté que empezó a sufrir una trasformación. Comenzó a manotear, balbucear algún par de palabras que no entendí y su rostro pasó de expresar necedad a furia. La plática termino ahí y se marchó encorvado y molesto.

En lo anterior hay varias enseñanzas. Si uno quiere evitarse la molestia de pasar por algo similar, habría que tener en cuenta que los autodenominados prácticos pertenecen, también, a la familia de los homínidos, pero al género de los Pongos[1]. Para sortear el que la teoría pueda sufrir un buen golpe, les puede ser servir la siguiente imagen. Les ayudara a reconocer a los que son prácticos cuando andan por los pasillos de la FACULTAD DE ARQUITECTURA y retirarse con toda calma antes de que se enfurezcan.

A. di Valdeterra

[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Pongo

miércoles, 21 de enero de 2009

Bienvenida

Hace ya unos meses se había planeado el blog, pero la resistencia a escribir venció durante todo este tiempo. Hasta ahora. Así que poco a poco iremos vertiendo escritos que desahoguen nuestra ya acumulada grasa debido a la inactividad literaria. Esperamos que el lector no se indigeste.
Mi amigo Valdeterra ya da visos de lo que somos, aguerridos combatientes de las aulas y activistas profesionales. El resultado de esta nada extraña unión, engendrará discusiones sobre el pan de cada día, sin migajones utópicos ni pastillas de dieta. Siéntanse libres de ayudarnos a bajar esos kilos de más que no dejan mirar la hoja en que se proyecta.

Damos el banderazo de salida, esperando vencer en todo momento la inactividad intelectual, ansiando y agradeciendo siempre su provechosa participación.

Fredrick Werther

miércoles, 14 de enero de 2009

Carta al lector


DIETARIO ARQUITECTÓNICO. Díc. Del cuaderno de notas arquitectónicas que tiene por finalidad adelgazar el espíritu creativo del arquitecto; que debido a su metabolismo y hábitos alimenticios lo llevan a engordar. Agenda donde se anotan calorías, grasas, proteínas y demás nutrientes necesarios para el control y la excelente salud proyectual.


Recetas instantáneas para el proyecto, reflexiones conceptuales bajas en calorías, remedios caseros para la indigestión arquitectónica y una miscelánea de temas mas, son los que se podrán encontrar en este Blog. Siéntase bienvenido, lector, a participar. Sírvase, a partir de hoy, con la cuchara grande, que comenzaremos el régimen alimenticio, acompañado de rutinas intelectuales para ejercitarnos y fortalecer nuestra reflexión sobre la actividad arquitectónica.

Baste decir al lector, como referencia biográfica, que uno de los individuos que escribe tiene la profesión de arquitecto, el otro también; que sus ocupaciones se ubican entre la feroz actividad profesional y la aguerrida actividad docente. Por lo que de esos dos temas escribirán. Si lo anterior no basta para haber generado la suficiente confianza, diré, que escriben desde la Ciudad de México y que tiene mas años que hace cinco. Si aun así, la desconfianza es mucha, esperamos que el tiempo nos de la oportunidad de irnos conociendo a través del fructífero intercambio de ideas.

Atentamente.

A. di Valdeterra