martes, 3 de febrero de 2009

Sobre el grupo perfecto o hacer fama en la clase de teoría y echarse a dormir

Si le preguntáramos a algún maestro como seria el grupo perfecto, muy probablemente, lo primero que nos contestaría es que ese grupo no existe pero, en el remoto caso que existiera, seria aquel en el que los alumnos llegan temprano a clase, sacan su cuaderno de notas y esperan con entusiasmo, casi desesperación, a que el profesor llegue; que durante la sesión no solo se mantienen atentos sino que algunos alumnos, por ejemplo, mas de diez, participan; que su animo los lleva no solo a preguntar o hacer sus reportes sino hasta comprender las vicisitudes de un tema como el de las influencias del minimalismo en la arquitectura del septentrión; que la dimensión del grupo no es ni muy grande, ni muy pequeña sino tamaño regular para así dedicarles mas tiempo; además, que del total de alumnos, el 96.9999 % ya demuestran cualidades extraordinarias para la materia en cuestión, lo que hace que al final del semestre el profesor incremente su fama para cursos posteriores.

Ahora bien, hoy fue el primer día de clases en la FACULTAD DE ARQUITECTURA, lugar donde imparto la materia, esotérica, de TEORIA DE LA ARQUITECTURA y puedo dar fe que el grupo perfecto no es el descrito anteriormente, sino aquel en el que se presentan al salón de clases cero alumnos. Las razones son varias: Se disponen de dos extensas horas para organizar los pendientes de la semana y a los cuales no se les hizo caso el domingo; se puede continuar leyendo el libro que hace dos meses se carga en el morral, con un separador en la misma hoja; la concentración que se puede alcanzar puede llegar a niveles que resultan insospechados por estar en un salón que es mas silencioso que la biblioteca; es también, una buena manera de promoverse en el TALLER donde se da clases y un instrumento de filtro, ya que si es un alumno quien pasa por el salón, puede pensar: ‘de seguro ese profesor es tan malo que no tiene alumnos, no me inscribiré con él’ o ‘ese profesor ha de ser tan exigente que no tiene alumnos, no me inscribiré con él’, si quien pasa por el salón es otro profesor entonces le puede extrañar ver a un individuo que esta muy entretenido leyendo algo y por respeto pasara de largo y no interrumpirá la lectura; también puede ser un buen ejercicio para agudizar el sentido del oído y escuchar lo que dice la PROFESORA BOLITAS sobre la ARQUITECTURA al encontrarse en el salón de al lado y ser audible su potente y melodiosa voz, lo que, por otra parte, puede resultar muy útil para entender la psicología de los alumnos que se inscriban en el semestre que viene.

Como se puede observar los beneficios de estar con el grupo perfecto son demasiados, además de tener el privilegio de tomar clase con uno mismo. Desafortunadamente el paraíso descrito anteriormente solo duro un par de horas ya que las autoridades escolares no comprenden los beneficios que tiene el no tener alumnos durante un semestre. Por lo que me reasignaran a un grupo, en un taller que desconozco, a una hora que seguramente no me conviene y con unos seres monstruosos igual de temibles que los de semestres anteriores.




A. di Valdeterra