Mis recientes investigaciones me han llevado a considerar lo siguiente. Para entender la arquitectura y por ende a los arquis-artistas, es decir, los sensibles, imaginativos e innovadores; en conjunto, los que salen en las revistas, hay que ponerse sensible y entrarle al campo del arte. Es ahí donde se libran algunas de las más interesantes batallas, por ejemplo: la distinción entre los edificios que son arquitectura (los menos) y los que son construcción (los más). Por lo que si se quiere hacer obras arquitectónicas, como lo aconseja Paul Valery, hay que hacerlas cantar. Para ello se recomienda colocar un par de bocinas a la fachada y dejar que suene alguna tonada. Si se requiere que la arquitectura sea clásica, la novena sinfonía; vernácula, el pasito duranguense; tropical, la sonora matancera; mexicana, el cielito lindo.
A. di Valdeterra