sábado, 29 de agosto de 2009

Y usted, ¿Quiere ser arquitecto? (5)....

Las criticas hacia los arquitectos, que históricamente y por naturaleza somos artistas, cuando vienen de otros arquitectos, o son injustas o estas cargadas de envidia. Recientemente, en un curso para profesores de arquitectura, al que asiste El Gran Gus (arquitecto de profesión, social, participativo, dialéctico y complejo por vocación); aprovecha la tribuna para, en cualquier oportunidad, regañarnos a los asistentes: primero, por ser arquitectos; segundo, por hacer lo que hacemos. Resulta que si los arquitectos hacemos lo que hacemos no es porque queramos, sino porque nos lo demandan, nos lo piden y hasta nos lo exigen. No es que queramos ser artistas, la sociedad nos pide que seamos artistas, sensibles, creativos, geniales, innovadores y hasta ‘propositivos’. Ejemplos hay muchos. Uno es la Biblioteca Vasconcelos, donde la titular del consejo avocado a la cultura y las artes se manifestaba de la siguiente manera por ese edificio que, en esos momentos, aun no llegaba siquiera a anteproyecto: “será un edificio del siglo XXI, tendremos una obra de arte”. Por lo que, al cliente lo que pida.

A. di Valdeterra

martes, 25 de agosto de 2009

El afán de los arquitectos por ser artistas es encomiable, y lo es más el que los profesores de esta digna y bien habida profesión se dediquen en cuerpo y alma a enseñarlo de esta manera. No hay cosa más difícil y complicada que esto. Las clases deben ser preparadas con suficiente antelación para ese momento sublime en que se ha de enseñar eso de hacer de la arquitectura todo un arte. Llegado el día, los profesores se enfrentan a los alumnos ávidos por escuchar, y con aire de artistas explican: "Todo está en el concepto". Y dan por terminada la cátedra.
Después de esto no es extraño ver a los alumnos recién ilustrados caminar por los pasillos de la facultad, clara y profundamente confundidos, con la mirada perdida y su halo de artistas, así, igual que sus profesores, todos conceptuales.



Frederick Werther

domingo, 9 de agosto de 2009

Y usted, ¿Quiere ser arquitecto? (4)....

El ámbito de la critica arquitectónica siempre es feroz y mas si es entre arquitectos. Por ejemplo, el termino de ‘genio’ aplicado en el contexto de lo arquitectónico resulta ser no muy bien apreciado. Contrario a lo que se podría pensar, los ‘genios’, en el campo de la arquitectura, sí existen. El termino ‘genio’ fue usado con singular alegría en el siglo XVIII para nombrar a quienes eran considerados artistas. Es decir, los que saben hacer algo, en oposición de los que conocen o saben mucho. Entre los ‘genios’ se encontraban los arquitectos que formaban parte del club de las bellas artes. Se les reconocía por ser individuos que no imitaban sino que eran capaces de producir ‘su obra’ de manera original. Aparentar ser un ‘genio’ en arquitectura no es tan difícil como pudiera pensarse. Basta decir cosas como las que dice el arquitecto de la dirección vanguardista: “Para mí, el arquitecto que no sabe resolver la función de un proyecto, de entrada, se debió de haber equivocado de profesión. Si no sabemos como arquitectos resolver esa parte estamos en el hoyo. Ahora, hay que considerar todos los factores que hacen que realmente tengas un espacio dinámico, y con alma, como le llamo yo. Un espacio bien. Más que arquitectura buena y mala, es como arquitectura que tiene alma y la que no tiene alma. La arquitectura que llegas y no te dice nada, y la arquitectura que llegas y está llena de magia y misterio. Y que no puedes entender tampoco porque; nomás está. Es una esencia que se creo bien desde el principio, se formó bien. Puedes creer que tus proyectos van a tener mucha alma, yo creo que eso te lo dice el tiempo, cuando pasa el tiempo, cuando pasan muchas cosas, te das cuenta que hay arquitectura que se le quedó una buena presencia, una buena energía”. Genial, no¡?


A. di Valdeterra

miércoles, 5 de agosto de 2009

Y usted, ¿Quiere ser arquitecto? (3)....

Si a los arquitectos no les gusta lo que hacen otros arquitectos es señal de que algo pasa con el gusto. Esto puede deberse, en parte, a que las escuelas de arquitectura han dejado de ser lo que eran en el siglo XVIII: 'des écoles de beaux arts'. La consideración de la belleza, de entonces a la fecha, ha ido perdiendo interés al grado de no ser contemplada en los programas de estudios de las escuelas de arquitectura. Por lo que para contrarrestar los efectos ocasionados por los malos gustos de los arquitectos, puede ser recomendable, además de asistir a la facultad de arquitectura, acudir a una ‘academia de belleza’. Ahí se puede completar la formación de los arquitectos que aspiran hacer obras bellas, gracias, a la diversidad de clases que se imparten y que presumiblemente tienen que ver con eso, por ejemplo: cabello corto, técnica de uñas, decorado de pincel, colorimetría, permanente de pestañas, perfilado y planchado de cejas, maquillaje social, diseño de rostro, entre muchas otras.

A. di Valdeterra