domingo, 27 de marzo de 2011

¡Doctor, no sea cabr…! Disculpe, ¡No la chin…¡

Afrontar la realización de una tesis resulta una labor ardua. Doblemente arduo es dar una opinión sobre el trabajo de investigación de alguien que ha terminado el grado y que aun no tiene tesis. Recientemente se me pidió asesorar un trabajo de maestría en el área de urbanismo. Ese primer encuentro resultó muy entretenido y pone de relieve la animosidad de los arquitectos que pretenden ser maestros en arquitectura.


La primera observación que se le hizo fue que el titulo de su protocolo de investigación, no es el tema de tesis y que este tampoco es el problema a solucionar. Su reacción frente a esto fue señalar que indistintamente de los términos lo que se quería hacer era: "Integrar los conocimientos urbano-arquitectónicos con la arquitectura"


Prosiguió a señalar de manera categórica que los planes de estudio no le dan importancia a los aspectos urbano-ambientales, de ahí que, los alumnos al no salir bien preparados, cuando se insertan en la realidad profesional, realizan edificios que no se relacionan con el lugar en donde se encuentran. Manifestó su desconocimiento histórico, al señalar que existen aspectos esenciales que caracterizan la actividad de la arquitectura y puso como ejemplo que: “Los arquitectos se encargan de hacer espacios habitables”. Para estos momentos ya nos teníamos confianza, se le comentó que había por lo menos ochos argumentos para pensar que los arquitectos no hacen eso que se dice que hacen. Acto seguido se escucho un rotundo: “No seas cabron… claro que eso hacemos. ¡Sino entonces qué!”


Tomó aire y dijo que su tesis se dirige simplemente a cambiar esa realidad. Que para eso se estudia una maestría, para transformar las cosas que se hacen mal. Se le mencionó que lo que decía era pretencioso. No fue relevante, contestó que con su investigación ahora si los alumnos iban a poder ser críticos y a considerar los aspectos urbano-arquitectónicos que la academia (a la cual siempre se le hecha la culpa) tenia olvidados. Pretendía que su indagación se implementase a “todos” los planes de estudio, de “todos” los estados del país.


El ánimo seguía. Me mostró algunas imágenes para que observara como en la realidad no son considerados los conocimientos-urbano ambientales. La primera consistía en un conjunto habitacional que tenia una superficie sobre la que se encontraba el estacionamiento y en donde no había vegetación. Se me argumentó que ello era signo de que los arquitectos no pensaban en los aspectos urbano-ambientales. Pregunté que si eso que se veía en la imagen era responsabilidad de los arquitectos. Contestó con un contundente: ¡Si!.


Una segunda imagen, mostraba una casa que se elevaba sobre una zona boscosa por medio de una estructura de concreto. Mi interlocutor señaló que esa edificación se encontraba descontextualizada, que no había integración con el entorno. Volvió a señalar que eso se debe a que los alumnos no salen lo mejor preparados en lo correspondiente a los aspectos urbano-ambientales. Se le preciso que esa casa se integraba al contexto, que si esas cosas se producían no era debido al conocimiento o desconocimiento de lo urbano por parte de los egresados de la facultad de arquitectura. Para este momento, nuestro encuentro había pasado a ser fiesta y ya sólo se oyó salir de la boca de mi interlocutor un contunde: “No la chingues”.


A. di Valdeterra