sábado, 18 de septiembre de 2010

Pa poetas!... los arquitectos (1)

En reconocimiento a que los arquitectos, no sólo somos seres sensibles, sino sobre todo poetas. Nos hemos propuesto registrar un conjunto de frases que dan muestra de lo anterior. He aquí el inicio de esa lista:

1) Resulta habitual invitar en algunas tribu-taller a prestigiados egresados para dar alguna plática sobre cualquier tema. En esos encuentros los expositores aprovechan el momento para decir frases de todo tipo:

Las hay patrióticas: “Los chinos no entuban ríos como los mexicanos”;

Que refieren a la complejidad tecnológica: “Se pixeleo gacho”;

Que nombran a un familiar cercano: “Ese guey”;

Que señalan la condición psíquica de algún proyecto: “Esta loquisimo”;

Que puntualizan las relaciones del proyecto con el entorno: “Estos cuates se integraron a los ríos”;

O para referirse con propiedad a algún edificio: “La Biblioteca de Zablu”.


2) Las opiniones de los profesores-arquitectos para con sus educandos también tienen altas dosis de poesía:

Pueden servir para inyectar entusiasmo a los pupilos: “Se vale debrayar”;

Para sugerir que se tiene que proyectar de acuerdo con el espíritu de los tiempos: “Tienen que tener una postura clara. No importa si su proyecto es chido moderno o nostálgico naturista”;

Comprometidos con la sociedad: “Tienen que resolver la problemática de la ciudad”.



A. di Valdeterra

sábado, 31 de julio de 2010

Enseñanza de primer nivel: ¡Aquí no sólo los análogos truenan!

Los docentes de las tribus-taller de la facultad de arquitectura si algo les caracteriza es su preocupación por el mejoramiento de la enseñanza. A esos impulsos obedece que en los planes de estudio se propongan novedosas maneras de afrontar el proyecto arquitectónico, como los “ejemplos análogos”. Esta práctica académica consolidada desde tiempos de Don Porfirio consiste, en una de sus veintisiete versiones, en: Si en el taller de proyectos se está haciendo un “Museo”, entonces hay que ir a ver Museos¡.

Recientemente una tribu-taller preocupada por los contenidos en la enseñanza de la arquitectura ha implementado que antes de empezar a proyectar no sólo tengan que realizar análisis de “edificios análogos” sino que además tienen que llevar acabo la investigación de “edificios similares”. Según me explican son lo mismo que los análogos, pero más baratos. Dentro poco habrá que esperar, según lo marca la tendencia del mercado farmacéutico, que además de los “edificios análogos” y de los “edificios similares”, se pidan análisis de “edificios genéricos e intercambiables”.


A. di Valdeterra

sábado, 17 de julio de 2010

Reuniones tribales: ¡Los exterminan ustedes o los extermino yo!.

Asistir a las juntas de la tribu-taller elegida para dirigir los destinos artístico-arquitectónicos de la sociedad resulta ser muy entretenido. Ahí se ventilan todos los aspectos académicos que corresponden a los profesores de dicha congregación. El ambiente se empieza a poner interesante cuando un profesor joven, al parecer recién egresado y coordinador de nivel, declara que está contrariado porque un conjunto de alumnos, pidió revisión de calificaciones ante las autoridades de la Facultad de Arquitectura y el veredicto fue que los aprobaron. Manifiesta que no entiende como es posible que la tribu-taller permita ese tipo de casos y que hay que hacer algo. Reflexionó que en su época (hace tres años) los alumnos si se preocupaban por aprender (se incluyó entre ellos) y que no buscaban una calificación. Acto seguido pasó a las propuestas, dijo que a los alumnos que sólo van por la calificación hay que “eliminarlos”. Reveló que no es que sea intransigente, pero que eso era lo que pensaba. Una cosa nos quedó clara a los presentes, el profesor es intransigente. La matriarca de la tribu, que se encontraba a su lado, dijo que los alumnos están en todo su derecho de ir por la calificación. El profesor no supo que decir.

A. di Valdeterra

jueves, 1 de julio de 2010

Gustos arquitectónicos: Los deportes de los arquitectos.

La valoración de obras arquitectónicas como feas resulta ser un deporte entre los arquitectos. Para jugar se necesitan formar dos equipos de tres, cuatro, cinco o más arquitectos que den proyectos. Se ubica la zona en donde se encuentre un edificio cuyo arquitecto de preferencia sea desconocido. Por ejemplo, puede ser la iglesia que se encuentre en la zona de estudio en donde se piensa realizar el ejercicio de proyectos del próximo semestre. Se anota el primer punto quien logra emitir el juicio de “está re-fea”, “es estilo neocolonial” o “no es moderna”. Con ello se logra madrugar al equipo contrario que tendrá derecho a preguntar porque que esa obra “está re-fea”. Si la respuesta es: “porque está re-fea”, entonces, este equipo suma puntos. El equipo que preguntó espera su turno y puede contraatacar dando diferentes argumentos como que la opinión del profesor que dice que esa obra “está re-fea” resulta irrelevante porque para el arquitecto que la proyectó y para los clientes que contrataron al arquitecto muy probablemente les parece hermosa; que hasta donde alcanza el entendimiento no hay casos registrados de arquitectos que propongan proyectos que busquen ser feos de principio, etc., entonces empieza a sumar puntos. Si la respuesta del otro equipo es que los arquitectos no se proponen hacer edificios feos sino que les salen feos, se anota cinco puntos. Si el otro equipo revira y establece que “los edificios no resultan feos en si”, sino que “los edificios nos parecen feos”, sigue sumando… Así el juego continúa hasta que uno de los dos equipos acumule más puntos. En caso de empate o que ninguno ceda en sus argumentos, entonces, se pasa a una consulta. Se convoca a los lectores, de algún blog serio y exclusivo como este (hasta el momento con cinco asiduos y entusiastas bloguistas) a que expongan que les parece la iglesia representada en la imagen de abajo. Se les pregunta: ¿Es fea la iglesia? En caso de ser una respuesta afirmativa se les pide que digan: ¿Por qué es fea?.


Lo anterior no permite desempatar el juego, sirve de indicador para saber quien tira la primera piedra y esconde la mano.


A. di Valdeterra

jueves, 11 de marzo de 2010

Sobre los procesos de iniciación arquitectónica o ¡Bienvenido a la tribu! (1)

Ingresar a una tribu arquitectónica para ser profesor de PROYECTOS donde se promete la fama y la gloria eterna es una empresa fascinante. Se pasa por un proceso arduo de selección para dar la asignatura y después ser enviado de manera misteriosa a una congregación cuya reputación puede ser merecidamente grande o inmerecidamente pequeña.

Las comunidades académicas están integrada por arquitectos y alumnos que se constituyen como fervientes seguidores de la ideología de la tribu. Por lo que llegar a uno de los grupos de fama incuestionable que integran la comarca de la Facultad de Arquitectura, donde de antemano existen enormes filas de seguidores bien intencionados que quieren ingresar, pueden ser un evento que resulta insospechado. Las causas por las que se llega a dicha congregación pueden ser diversas, una, el infortunio, otra, conocer a su dirigente, a quien de seguro se le cae bien. La aceptación requiere pasar por 7 sagradas pruebas elaboradas a conciencia por los sabios de la grey y presentarse ante el consejo de ancianos de los cuales dependerá la aceptación.

Así mismo, es necesario congeniar con el ideario de la tribu-taller que se encuentra grabado en unas tablas de mármol travertino confinadas en un arca, en el rincón de un oscuro sótano y que contiene los principios ideológicos (que son diez) a los que hay que apegarse. Según me cuentan, en el principio de los tiempos, estas tablas fueron entregadas al arcano mayor, Ricas, de manos de la mismísima divinidad arquitectónica Mazceto, cuando aquel subió al monte y este se le apareció.


A. di Valdeterra

miércoles, 3 de febrero de 2010

Sobre el sentido de la teoría o “Entonces que: ¿Sirve o no sirve?”

Es Febrero y el año empieza a dar muestra de que será interesantísimo. Un agradecimiento a nuestros férreos seguidores del año 2009, que son tres. Esperamos que nos sigan leyendo y haciendo sus valiosos comentarios. Estamos con el ánimo de por lo menos duplicar nuestros fans para este 2010.

Como cada ciclo, regresar a la Academia, resulta algo que entusiasma y más cuando en el salón, el número de alumnos supera los cinco y no rebasa los veinte. Estar en ese ámbito es una manera de entrar en contacto con el imaginario que existe sobre la actividad arquitectónica. La primer clase siempre hay expectativa y en particular en la clase de Teoría de la Arquitectura. Ello se debe a que a ciencia cierta no se sabe para sirve una materia con ese nombre. Hacer preguntas para sondear como está el animo y enterarse que esperan los alumnos del curso puede ser contraproducente porque los estudiantes no tienen claro que esperar de la clase y también porque el salón pasa a ser el lugar preferido para verter las quejas de las materias de teoría de los anteriores semestres. Uno de los comentarios mas sugerentes, en este sentido, fue el de una estudiante que de manera espontánea y franca manifestó que hasta el momento no tiene idea de para que le sirve la teoría. En casos como este, la teoría no sale bien librada. En otros asistentes se manifiesta curiosamente lo contrario, gira la noción en torno a que en la teoría, están depositadas sus esperanzas de hacer cosas, por ejemplo, funcionales. Se le ve como un instrumento para conceptualizar, para fundamentar, para convencer y de pasó hacer mejores proyectos. Aquí tampoco, la teoría sale bien librada.

Después de tan alentador panorama se puede intuir que flota una atmosfera utilitarista, así como cierta desconfianza sobre el sentido de la teoría. Lo anterior puede ser natural si se reconoce que si algo nos caracteriza como especie, a los arquitectos, es que somos bien pragma.

Ante tal panorama sólo queda hacer gala de sinceridad y confesar que: la teoría no es que no sirva, pero puede que, en el caso de que sirva, no sirva para lo que se cree que sirva.



A di Valdeterra

domingo, 24 de enero de 2010

De la necesidad de entender qué hace el proyecto

Resulta que el diseño en la arquitectura resuelve necesidades. Eso no lo digo yo, al menos el 100% de mis alumnos así lo cree. Yo tengo mis sospechas.

Pero para poder disipar estas malditas dudas, me parece pertinente tratar de entender qué es la necesidad. Según el doctor Wiki, que radica aquí en internet, la "Necesidad para una persona es una sensación de carencia unida al deseo de satisfacerla". Según mi maestro Francisco García Olvera, la necesidad deviene en tres partes: la primera es la carencia de algo, seguida por la conciencia de la persona de que esa carencia existe; por último hay una exigencia para cubrir esa carencia. Resulta que estas tres partes dan el significado de la necesidad. Por ejemplo, sí alguien deja de respirar se dará cuenta de que tiene que respirar, toma conciencia de que corre peligro si no respira y exige respirar. Supongamos un ataque de asma, esa persona necesita respirar, pero ¿cuándo logra cubrir su necesidad de respirar? ¿cuándo respira o cuándo tiene la intención de respirar? La respuesta lógica sería cuando ya respira, no antes.

Curiosamente cuando hablamos del proyecto arquitectónico decimos que el proyecto ya resuelve una necesidad ¿cuál? la del objeto proyectado. Así, se suele decir que si alguien necesita una casa no hay otra manera de resolver esa necesidad que con un proyecto arquitectónico. Si el lector encontró en este punto una contradicción con lo que se ha dicho anteriormente, estoy de acuerdo con él.
Porque si alguien tiene la necesidad de una casa y manda hacer un proyecto de su casa con un arquitecto, el arquitecto no estará resolviendo la necesidad de la casa, ni el proyecto presentado dará cabal respuesta a esa necesidad, y no pueden porque sigue existiendo la carencia de algo (la casa), porque en el momento de tener el proyecto en las manos aún se está en la exigencia de la casa y, por lo tanto, aún existe la necesidad de algo. Querer satisfacer una necesidad no implica satisfacerla. La distancia es enorme entre el querer y el satisfacer.

Por eso el proyecto, que se pude identificar en la etapa de exigencia de la carencia, aún es necesidad de algo y no satisfacción de una necesidad.

Si aún se tuviera la idea de que el proyecto resuelve ncesidades, más allá de la necesidad de un proyecto, con toda confianza puede sacarme de mi error.

Frederick Werther